Llevo buen tiempo sin publicar ni una palabra. No es que no quiera, es que la Musa no coopera conmigo. Más bien es que no nos ponemos de acuerdo en qué idea, de las muchas que habitan en mi cabeza, desarrollar.
Tengo muchas cosas dando vueltas sobre mi nube pero ninguna se decide a caer. Es desesperante! Lo peor es que necesito escribir algo pronto o voy a "explotar".
De momento esta entrada me sirve para aliviar mi creciente frustración.
Soy de un planeta que no conoces. No te diré su nombre
porque probablemente no te suene de nada y tendrás problemas al pronunciarlo.
Nací con las antenas
largas y bonitas como mipu y el cuello
en espiral como piput. De mis grup-grup heredé unas orejitas con un canal
perfecto, señal de que sería muy inteligente. Todos esperaban grandes cosas de
mí. Que fuera la líder del planeta tal vez, un antepasado lo fue y yo me le
parecía mucho. Mipu se había graduado con honores en lo que estudió, algo con
un nombre tan complejo como el del planeta. Piput no estudió mucho, pero logró
montarse un taller de refacciones para naves de alta velocidad y es el mejor en
lo que hace. Mis grup-grup ya estaban viejos y retirados, como todos los
grup-grup, pero se habían esforzado mucho toda la vida. Yo debía estar a la
altura.
Cuando fui a la escuela con el resto de los piluts no fui
muy popular. No lograba hacer amigos. Me iba muy bien en clase, los maestros
estaban asombrados de que una pilut tan pequeña fuera tan avanzada. Eso no
ayuda con las relaciones sociales. No cuando los demás se equivocan al dar una
respuesta y allá vas tú a corregirle rauda y veloz y les haces quedar como
tont@s.
Mi pobre mipu no entendía cómo era posible que no llevara
nunca ningún compañero a casa de visita
o a jugar. No sabía explicarle que me pasaba todo mi tiempo libre en la
biblioteca, entre grandes y voluminosos
knopts y que casi nadie me
dirigía la palabra porque es incómodo hablarle a alguien cuyo único tema de conversación era todo lo que
leía y podía recitar de memoria.
Con el tiempo algunos se me acercaron, pero aún era la
lip-lut del lugar, lo que ustedes llamarían “rara”. Al pasar los años esos
también desaparecieron y llegaron otros que igualmente se fueron. Decepcioné a
mi alut completa. No fui nada de lo que esperaban. Conseguí un trabajo mediocre
donde nada de lo que sabía me era útil y donde nadie me valoraba lo suficiente.
Y me cansé. Me busqué un refugio, tomé mi nave y me largué.
Aterricé perfectamente. Era un día muy bonito. Comencé a
explorar el lugar, que me gustó de inmediato. Había elegido bien, muy bien de
hecho. A donde fuera que me volviera veía gente como yo y entonces sucedió el
milagro: hice amigos, amigos de verdad, amigos que me entendían y sabían de qué
hablaba cuando conversábamos.
Gente que ahora siempre está ahí para mí. Reímos, cantamos y
lloramos juntos si hace falta y lo enfrentamos todo codo a codo.
Querida alut, no se preocupen por mí. Ya no estoy sola. Solo lamento
haber tenido que irme a otro planeta para lograrlo. Pero valió la pena.
Tienes el don de aparecer cuando más te necesito. De llegar
con el abrazo que me devuelve el alma al cuerpo, justo a tiempo para secarme
las lágrimas y susurrar a mi oído “estoy aquí, y no me voy”, hacerme sentir
querida y amparada. Eres capaz de adivinar lo que pienso, de oler mi
tristezay venir corriendo a curarla. De
ser mi fuerza y mi caballero con brillante armadura, siempre presto a
defenderme.
Pero ahora eres tú quien me necesita. Quien llega sangrando
y me muestras tus manos rotas, inútiles, cansadas. Tu armadura está rota,
ajada, oxidada después de una cruel batalla. Y me toca abrazarte, acariciar tu
pelo, acunarte en mi pecho como a un niño pequeño hasta calmarte. Besar tu
frente y llorar contigo.
Tú y yo somos un par de almas perdidas desandando un valle
de tinieblas, que tuvieron la suerte de chocar en la oscuridad y se quedaron
juntas. Nos tomamos de la mano y seguimos caminando, buscando una luz
cualquiera, un lugar mejor.
Conmigo siempre tendrás dónde reposar tu cabeza abrumada.
Dicuándo y cómo, que yo iré a ti. O te
esperaré con la puerta abierta si quieres venir.
Te voy a hacer un regalo: Voy a dejarte echar una miradita
al mundo a través de mis ojos. Te voy a enseñar todo lo que te pierdes por
andar distraído en la superficie y no atreverte a ir más allá.
Yo voy con los ojos pegados al suelo porque soy muy tímida
como para mirar a la gente a la cara, además es mucha gente.
Pero mira, cuando me cruzo
con esa chica que te hace babear y en la que tu ves un monumento a la
belleza, yo veo que lo zapatos tan a la moda que lleva puestos le hacen daño.
Tiene los pies enrojecidos y le están causando ampollas. Le cuesta un poco
caminar con ellos y no creo que se sienta muy cómoda.
Si pasas cerca de un edificio en construcción y que está
casi terminado, del cual ya se puede apreciar que es una maravilla y piensas
que el arquitecto es un genio. Yo en cambio veo a un pobre tipo muy cansado que
con tal de que su trabajo quede perfecto se ha perdido de pasar muchas tardes
con su esposa sentados en el portal, de llevar a su hijo al parque y de estar
presente en el cumpleaños de su mejor amigo. También veo a un montón de obreros
que por su culpa también se han perdido de lo mismo. ¿Pobre gente, no?
Tú ves un súper auto, que corre a montón de millas por hora.
Yo veo una máquina infernal, que consume muchísimo combustible y que contamina
el medio ambiente.
Tú ves un jarrón muy sencillo y te parece de muy mal gusto,
vulgar. Yo solo me fijo en que las flores que lleva me encantan.
¿Sabes? Creo que me gusta el mundo que veo y no el que ves
tú.
Hace poco tuve el inmenso placer de ver una película genial de Miguel Ángel Lamata, “Tensión sexual no resuelta”. En ella uno de los personajes le conversa a otro: El amor debe matarnos para luego resucitarnos.-
Unas escenas más adelante se habla de que: El verdadero amor debe sacar lo peor de nosotros.-
Y eso me ha estado dando vueltas en la cabeza todo este tiempo. Verán, vengo de una familia donde constantemente soy acusada de “soñadora irremediable”, de no acabar de poner “los pies en la tierra”. Nada más alejado de la verdad. Yo veo el mundo tal y como es, pero me doy el lujo (porque me da la gana) de sentir con todo lo que llevo dentro. -Todo lo que esté de frente recibe inclemente mi fuerte huracán de ternura-, dice la letra de una canción de mi grupo favorito y así siento yo. El amor me quema, me duele, me enferma, hace que me den unos ataques horribles de ira que solo se curan cuando soy correspondida. Es que me hace querer morir de desesperación y a la vez me da fuerzas para vivir desesperadamente. Eso se supone que sea el amor.
¿Por qué conformarnos con el mito infantil del príncipe azul que haría cualquier cosa por nosotras? ¿Y qué pasa si no nos enamoramos del príncipe perfecto? ¿Qué hay de malo en buscar a alguien que no solo te quiera con rabia, con locura, con ternura, sino a quien también querer hasta que duela? Si ese es el verdadero sentido de la vida, eso es lo que la hace verdaderamente buena.
Si alguien, quien sea, lee esto, se lo agradezco infinitamente. Porque aunque le parezca una soberana porquería se tomó el tiempo de leerme. Por cierto, le recomiendo ver la película en caso de que no lo haya hecho ya, es simplemente genial.
Me decidí a ampliar el tema del Blog. Quiero abarcar más, otras cosas que me interesan mucho y si seguía la línea anterior me limitaba demasiado. Hay mucho sobre lo que necesito escribir y no puedo pasar por alto. Del tipo de cosas que me hace salir humo de la cabeza